Hay dias como hoy en que la gente me es tan, pero tan odiosa...
Odiable en realidad, porque como que es parte de su propia razón de ser. Como una propiedad ontológica de primera línea. Me desencajan de tal manera, me mueven tanto de mi caja de racionalidad que me dan ganas de salirme de la caja y meterme en un cubículo. Literalmente. Sí, andar con un cubículo encima. Un hermoso y hermético cubículo que me aisle de los ruidos molestos, fumadores compulsivos, mundo en general...
Aguanto el peso de mi cartera, llevar un cubículo no presentaria dificultad alguna.
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